Bitácora

Septiembre 21 - Búsqueda 

La palabra "búsqueda" proviene del verbo "buscar," que a su vez tiene su origen en el latín "buscāre," que significa "indagar" o "examinar." El término se relaciona con el indoeuropeo *bhergh-, que significa "elevar" o "encontrar." La evolución del término ha mantenido su conexión con la idea de investigar o indagar en la búsqueda de algo.

 

En resumen, "búsqueda" se refiere a la acción de tratar de encontrar o descubrir algo, y su etimología refleja ese proceso de indagación y exploración.

 

Hoy me encuentro reflexionando sobre la Búsqueda. Me pregunto: ¿A dónde me dirijo? ¿Cuál es mi verdadero destino? Es fundamental cuestionarme si realmente estoy en el camino que esperé transitar. Observo a mi alrededor y me pregunto en qué medida lo que vivo es congruente con mis pensamientos y expectativas. Cierro los ojos y me cuestiono: ¿Resuena en mí todo lo que experimento? ¿Soy coherente al expresar lo que vibra dentro de mí? O, por el contrario, ¿me quedo en el silencio y la mentira por el simple hecho de sobrevivir en un entorno que no reconozco o acepto?

 

¿Qué hago en este medio? ¿Me veo fluctuando entre los ecos de lo externo, impulsado por mis ideas, o simplemente reaccionando a mi historia? La verdadera pregunta es si mis acciones provienen del amor y la entrega, o si actúo por la necesidad de ser aceptado. Debo recordar que cada acción y decisión tendrá consecuencias que volverán a mí. Al regresar, reconoceré estas consecuencias como conflictos, y podría caer en la lucha contra aquello que yo mismo generé. ¿Qué he creado en mi vida? ¿Es realmente lo que esperaba?

 

Son muchas preguntas profundas que pueden llevar toda una vida. Y, sin embargo, el único destino seguro en la vida es la muerte. Saber que todo tiene un final despierta en mí el deseo de autoconocimiento y la necesidad de preguntarme si lo que hago es realmente lo que quiero. Así que me cuestiono: si supiera que hoy voy a morir, ¿creo que mi vida ha valido la pena?

 

Personalmente, creo que sí. Mi vida ha tenido sentido; he logrado muchas de las cosas que he buscado. Sin embargo, reconozco que aún deseo realizar mucho más. A pesar de esto, me siento completo, feliz, en equilibrio, y estoy dispuesto a morir. Tal vez, hace tres meses no lo estaba. Hasta ese momento, tenía muchas expectativas sobre lo que debía lograr, pensando que debía marcar la diferencia de manera extraordinaria. Pero tras meditar, me di cuenta de que el mayor viaje de conciencia que podía realizar era compartir mi Camino Interior. Ahora comprendo que lo que realmente me completa y da sentido a mi vida es vivir mis verdades.

 

Este año, debo morir. Porque ahora entiendo lo que eso significa. La muerte es la clave de la duda, y la duda es flexible, mientras que la afirmación es rígida. Fluir implica cuestionar. La idea de que todo puede acabar me ayuda a entender que el sentido de la vida radica en la sabiduría que adquiero. Mis pies no están diseñados para llegar a un destino, sino para transitar la búsqueda eterna. Cada ser ha tenido que migrar, adaptándose a cambios y buscando seguridad. Así, el viaje hacia el descubrimiento se convierte en un Camino Iniciático. La vida, entonces, es un viaje sin destino, una búsqueda constante.

 

La palabra “búsqueda” proviene del indoeuropeo “bhudh-sko,” que significa “conquistar” o “ganar.” En inglés, la palabra “quest” tiene raíces en el latín “quaerere,” que significa “preguntar” o “buscar.” Ambas palabras sugieren que la búsqueda es tanto una conquista como una pregunta sobre nuestra existencia.

 

Sin embargo, me doy cuenta de que nuestra cultura ha construido la idea de búsqueda como algo externo, como adquirir un resultado. Con la muerte como único destino, no puedo saber si he sido digno de ganarme el cielo. A pesar de la fe, evito la muerte, y al mirar atrás, me pregunto cuál es el sentido de mi vida. Lo que puedo ganar en la vida es mi habilidad para interpretarla y compartirla. La sabiduría no se gana; se descubre.

 

En Saytu, la lengua atlante, la palabra buscar se dice “afor,” que significa “mirar el flujo que da frutos en la mente que avanza.” Esto implica que el fruto no es el objetivo, sino que los frutos reflejan los logros de la mente. La búsqueda espiritual no consiste en obtener frutos de las acciones, sino en entender su sentido. ¿Qué es lo que realmente busco? ¿Es un sentimiento, un propósito, o una misión? Reconozco que los fines que me he propuesto tienen por objetivo un estado emocional. La emoción es una reacción química que eventualmente morirá. Lo que los seres de otros planos expresan en mí son solo interpretaciones biológicas de sus resonancias. ¿Seguiré diseñando una vida cuyo objetivo sea sentir una emoción?

 

Hoy tengo que preguntarme: ¿cuál es la emoción que me mueve en esta búsqueda? Debo escribir lo que siento y lo que busco. Si hoy tuviera que morir, ¿qué sentiría? Me pongo a ello… Así sabré desde dónde estoy viviendo.

 

Recuerdo que mi destino es la búsqueda.